Quizás creías que los musicales habían pasado de moda y que esa época dorada del género, que tantos y tan buenos títulos nos dejó durante décadas atrás, ya se había esfumado. No te falta razón en lo de que se han prodigado poco, pero tanto la banda sonora de La La Land (2016) como el propio film en sí de Damien Chazelle (Whiplash, Babylon, The Eddy, First Man) han logrado en los últimos años devolvernos una chispa de lo que el musical significó en tiempos pretéritos. Ganadora de 6 Oscars (incluyendo Mejor Director y Mejor Banda Sonora), y de 7 Globos de Oro, La La Land nos propone la dulce y emocionante historia de Mia (Emma Stone), una camarera de cafetería con grandes aspiraciones que se cruzará en la vida de Sebastian (Ryan Gosling), un pianista desempleado que junto a la misma, tratarán de enseñarnos el valor de perseguir nuestros sueños a través de un set de canciones maravillosas que encumbran la banda sonora de La La Land como una de las más bellas de la última década.
Y no lo decimos nosotros, lo dicen los números. Pues la oscarizada banda sonora de La La Land llegó a convertirse en nada más y nada menos que el disco más vendido en vinilo durante el pasado año 2017 en Estados Unidos, superando a grandes e icónicos nombres de la música. Definitivamente, algo tendrá la banda sonora de La La Land para haber batido récords y seguir siendo uno de los más recordados musicales de los últimos años.
Además de las canciones originales compuestas por el productor y compositor estadounidense Justin Hurwitz, la banda sonora de La La Land incluye otras canciones firmadas por artistas de gran renombre y popularidad, muchas de ellas gracias a la banda de versiones que Sebastian (Ryan Gosling) tiene.
John Legend no solo firma una de las más emblemáticas piezas de la banda sonora de La La Land, sino que también llegó a gozar de un papel en la misma, interpretando a Keith, un exitoso cantante de jazz. De la mano de esta pista (que Legend co-escribió junto a Marius De Vries, responsable de varios de los éxitos de Sugarbabes, Justin Hurwitz y la actriz Angelique Cinelu), Start A Fire es un buen reflejo del jazz meets pop, en una dirección del todo comercial que, como podemos apreciar en las caras de nuestros protagonistas cuando ésta comienza a sonar –y más debido a las raíces clásicas de las que proviene Sebastian-, se termina teniendo una inevitable sensación de haberse vendido.
Tras su primer encuentro, Mia y Sebastian protagonizan otro posterior cruce, no mucho menos incómodo, cuando la primera acepta la invitación de asistir a una pool party donde, sorpresivamente, descubre que uno de los miembros de la banda de flipados que interpretan covers de corte ochentero para amenizar la fiesta no es ni más ni menos que el chico con el que la noche anterior había tenido un ligero roce. Mientras admira con gozo malévolo que la banda está interpretando el clásico Take On Me de A-Ha (perteneciente al debut de los noruegos, Hunting High and Low, de 1985), la joven ya está maquinando cual será su próximo movimiento.
Aparentemente, sugerirle I Ran a un músico serio es una deshonra que al bueno de Sebastian le duele en el orgullo. Sin embargo, es el mencionado tema el que hace las veces de abridor para que éste y Mia decidan hablar tras su primer y fallido encuentro. El tema, originalmente perteneciente a la banda británica de new wave y synth-pop A Flock of Seagulls, es uno de los más populares del conjunto y está sacado de su álbum de debut de título homónimo de 1982.
Ya de forma pre-grabada, escuchamos el clásico Tainted Love de Soft Cell (versionada del original de Glora Jones en 1991 e incluida en el debut de la banda, Non-Stop Erotic Cabaret, del mismo año), mientras Sebastian busca a Mia en la fiesta de la piscina para cantarle las cuarentas por esa sugerencia desafortunada y cruel. Los caminos de estos, desde entonces, no harán más que cruzarse.
Como ellos mismos dicen, qué curioso es que nuestros personajes no dejen de cruzarse en la vida del otro. Tras la conclusión de una noche agitada, Sebastian y Mia se recogen con la intención de volver a casa, en ese periplo que siempre supone dar con el lugar en el que hemos aparcado el coche. Momento que Sebastian aprovecha para cantar a Mia, para después terminar entregándonos la famosa escena a dúo en la que ambos bailan sobre el banco en un alarde maravilloso de simultaneidad, delicadeza y compenetración artística.
La grandilocuencia del film y su ambiciosa propuesta se huelen desde el primer corte en el que la película arranca, con esa puesta en escena musical maravillosa que transcurre en medio del asfixiante tráfico de Los Ángeles y donde vemos a un extenso set de bailarines magníficamente sincronizados y entregando una pieza llena de energía y buen rollo.
Uno de los muchos momentos en los que podemos ver a la gran Emma Stone brillando con luz propia es esta interpretación personal e individual de su personaje Mia, quien en medio de un cásting firma la presente pieza que comienza evolucionando desde un sonido de piano ligero hasta poco después crecer en una orquestación magnífica donde, sin embargo, el poder y presencia de su voz, prevalecen.
Uno de los silbidos más reconocidos del cine de la última década y también la pista que posteriormente sirvió para renombrar la película en España, que acompañó el La La Land original con ese ‘La Ciudad de las Estrellas’. La canción fue compuesta y orquestada originalmente por Justin Hurwitz, con letra de Benj Pasek y Justin Paul, para la mencionada película musical. Compuesta desde su lado más emocional, sus cadencias que van de más a menos y viceversa reflejan las idas y venidas que la pareja protagonista sufre en su periplo artístico en Los Ángeles, La canción gana la categoría de tema principal de la película, en tanto en cuanto puede ser escuchada hasta en tres ocasiones a lo largo de la misma: la primera, la canta en solitario Sebastian, el personaje de Ryan Gosling, para poco después interpretarla a dúo con su amada partener. Finalmente, el film concluye con la melodía tarareada por Mia, el personaje de Emma Stone.
Seguramente, si una sola canción tuviera que resumir la película, sería esta pieza recurrente a lo largo del film que, a través de su nostálgica y melancólica melodía, nos enseña que lo importante de los sueños no es el fin en sí de lograrlos, sino el camino.
La composición de la oscarizada banda sonora de La La Land corre, principalmente, a cargo de Justin Hurwitz, quien además fuera compañero en Harvard del director de la misma, Damien Chazelle. La banda sonora de La La Land también contó con la producción técnica de Marius de Vries, la escritura lírica de figuras veteranas en el teatro musical, como Benj Pasek y Justin Paul, y la supervisión compositiva del propio Chazelle.
Desde que tenemos conciencia de ello, Hurwitz ha sido una pieza de referencia habitual en el cine de Chazelle, en tanto que la andadura conjunta de esta dupla comienza luego de haber realizado el borrador del que sería el debut cinematográfico del último, Guy and Madeline on a Park Bench (2009), el primer largometraje de Chazelle y con el que además veríamos aflorar por primera vez las dotes jazzísticas de Hurwitz. El éxito de la película les permitió financiar su segundo trabajo conjunto de la mano de la maravillosa y bien valorada Whiplash (2014), otra prueba más de la magnífica relación entre cine y música que se estableció en el trabajo de ambos.
No sería hasta la composición de la banda sonora de La La Land cuando la dupla conocería el éxito verdadero, pues el film fue uno de los grandes protagonistas en los Premios Óscar de 2017, y tanto Chazelle como Hurtwitz lograron llevarse a casa aquella noche la estatuilla a Mejor Película, Mejor Banda Sonora y Mejor Canción Original, respectivamente.
Hurwitz colaboraría con Chazelle para una nueva película dos años más tarde, titulada First Man (2018), que tendría nuevamente a Ryan Gosling al frente, para finalmente, volver a formar parte del último y ambicioso proyecto del cineasta, Babylon (2022), que contra todo pronóstico, no logró equiparar el éxito de sus anteriores proyectos musicales conjuntos.
