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Así vivimos la escucha de la BSO de Thom Yorke para 'Suspiria' en el Palacio de Linares

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Banda sonora de Suspiria - Thom Yorke

Al parecer, solo se van a producir 10 escuchas privadas de la banda sonora que Thom Yorke ha compuesto para el remake de Suspiria. Por suerte, el pasado jueves pude disfrutar de una de ellas en Madrid, concretamente en el misterioso Palacio de Linares situado a escasos metros del Parque del Retiro.

Visitar las entrañas de este 'mágico' enclave, es un auténtico sueño para los amantes del misterio y los que escuchamos los podcast de Iker Jimenez y, obviamente, me vino el recuerdo de aquel escándalo de presuntas psicofonías que ocuparon las portadas de todos los periódicos y revistas en la década de los 80. Una vez dentro del Palacio de Linares, dejamos nuestros teléfonos móviles en un sobrecito y nos dirigimos al gran Salón de Embajadores, un lugar de época, con unas impresionantes lámparas de candelabro que se reflejaban a lo largo y ancho de aquel ovalado espacio gracias a unos grandes espejos. No obstante, el color dorado y pastel de sus paredes se veían relegados a un segundo plano, gracias a unos neones de color rojo cuya luz inundaba por completo todo el espacio. Todo un homenaje a la estética de la película estrenada en 1977.

Antes de nada, debo decir que las 40 o 50 personas que estábamos allí no dispusimos de ningún tipo de información antes o después de la escucha. Ni tracklist, ni títulos de canciones... ni siquiera una explicación general del trabajo de Yorke. Llegamos con la pureza total de no saber lo que nos íbamos a encontrar. Realizada la escucha; vayamos directos al tema, simplemente con lo que puedo recordar o lo que pude experimentar en esos 90 minutos de escucha.

La banda sonora de Yorke se trata de un viaje que te hacer surcar un paisaje tenebroso, un proceso que te va imbuyendo en un estado de desazón que, a priori, resulta perfecto para el desarrollo de una película como la que todos esperamos que sea esta nueva Suspiria de Luca Guadagnino.

La nueva música de Suspiria está bastante alejada del trabajo que realizaron de los italianos Goblins, banda que abrazaba el rock progresivo y que ofreció una versión mucho más explicita del terror y de la brujería en su obra. En esta ocasión, la música de Yorke se basa principalmente en el piano y los sintetizadores para crear una atmósfera entre la magia, un cuento de brujas diabólicas y lo herético.

A lo largo de la banda sonora encontramos también la presencia de un coro que ayuda a la 'invocación', mientras que, en general, la voz de Thom Yorke 'sólo' se puede escuchar a lo largo de cuatro canciones: la ya conocida Suspirium, que cuenta a su vez con una especie de 'bis' a modo de continuación en la parte final de la obra, y otros dos temas más, donde uno de ellos está compartido con la voz de una mujer. Lo normal en un banda sonora, claro... mucho más concentrada en asumir el papel de apoyo de lo que el espectador está a punto de ver y en crear el ambiente necesario para emocionar.

La banda sonora de esta Suspiria de Guadagnino va de menos a más, como todo trance o exorcismo que se precie. Todo proceso tiene sus tiempos y la parte final del mismo, fueron los más intensos de esos 90 minutos que pudimos escuchar en ese imponente salón. Toda una invocación a lo maligno, un hechizo como bien dijo el amigo Thom, que bien podría personificar un akelarre en lo más profundo de un oscuro bosque.

Lo de ayer fue toda una experiencia. Sobre todo, por eso de forzarnos y hacernos formar parte del ritual que puede convertir a esta banda sonora, en nueva obra maestra del de Radiohead.

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